Carta abierta de un Profesor de Filosofía a su Jefa de U.T.P.

Gratitud y reconocimiento especial de mis parte hacia usted merece el hecho de que una Jefatura registre y nombre – como hago yo – no como religión sino como Educación en Valores una asignatura que en la práctica, partiendo por su nombre (religión), partiendo también por los interés proselitistas confesionales de ciertos poderes fácticos ideológicamente hegemónicos que operan históricamente en Chile y que, de manera inconfesa, se ocultan tras esta asignatura desde que fue implantada en nuestro Estado LAICO (gracias a la forma que estampo un pechoño capitán de corbeta en los oscuros años 80 fe a dictadura militar el tristemente célebre Decreto 924, fuerza normativa que rige en todo el territorio nacional oficialmente desde el 12 de septiembre de 1983 hasta el presente) contraviene y viola, flagrantemente 1. El espíritu de la Constitución de la República de un Estado que desde 1925 se reconoce como laico; 2 algunos de los Artículos más emblemáticos de la Declaración Universal de los DDHH, y 3.- el principio de Objeción de Conciencia, el que es suyo parte constitutiva de los DDHH y de la Educación pública.

Es obvio que un gesto así – el que una jefatura educativa llame (como yo) Educación en valores a esa asignatura que todos llaman religión – no solo muestra una empatía con el derecho al ejercicio de la libertad de conciencia que asiste a tod@s l@s estudiantes de nuestro colegio (y al profe que suscribe) sino que es, al mismo tiempo, una acción valiente, laica, pedagógicamente liberadora y, por lo mismo, esperable solo de quienes están definitivamente comprometid@s con los derechos humanos al interior de una escuela pública, esa que es _como nuestro colegio- financiada por el Estado; esa que, por tanto, debe ser siempre aconfesional, multirreligiosa y, sobre todo, laica.

Finalmente, y no importando que mi mensaje suene a “que el estoy poniendo color”, cierro esta respuesta dirigida a su persona con los siguientes sentimientos: Lo suyo, maestra Jefa de UTP (Unidad Técnica Pedagógica), es un gesto únicamente reservado, en mi modesta opinión, a personas educadas que conocen y entienden exacta y perfectamente de que hablamos cuando hablamos, por ejemplo, de educar en contextos de Escuela pública, de Estado laico y de respeto irrestricto al Derecho de Objeción de Conciencia de alumn@s y docentes. Gracias Nuevamente.

Muy Atte.,

Noé Bastías. Profe de Filosofía / Chile

Fuente: El Mostrador

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