Cuando la historia molesta.

Asistimos a un peligroso proceso de amnesia obligada país, fenómeno que es transversal y se impone como un trágico modelo al desarraigo identitario, a la perdida obligada de nuestro pasado.

Pese a ello, al decir de Adorno, la memoria siempre será un imperativo que contribuya a repensar la verdad, la política y la moral, y en este legitimo afán reivindicatorio, a la restauración de los derechos de la memoria como vehículo que sin duda posibilitan la liberación individual y colectiva, y/o como señala Marcuse respecto a lo mismo, la memoria se constituye como es una de las más notables tareas del pensamiento.

No podemos evitar, por mucho que así lo queramos, que el pasado no sea parte constitutiva de nuestra identidad, y que cualquier ejercicio que no se remita al pasado para el presente, es una tarea incomprensible, un sin sentido. El remitirnos a un pasado dota al presente de una razón de existir, nos explica el presente, y por ello, la NO participación de esta memoria es impensable. Vivimos todos en interdependencia con nuestras memorias colectivas a la espalda, construyendo y proyectando diariamente nuestro vivir.

El pasado no lo podemos callar, siempre éste tiende a volver, pero que a veces, bajo el malentendido de la “armonía o la mantención de los equilibrios”, silenciamos ciertos hechos “a fin de no ofender o evitar conflictos” condenándose a vivir en la contradicción de manera permanente. Por ello, cuando se nos presenta un tema, por lo menos debatible, lo indicado es volver la mirada a los orígenes, a la búsqueda de las causas para lograr un grado de entendimiento de los conflictos, ya con ello, por lo menos hemos intentado moderar y mitigar la controversia.

Ya Heródoto, desde la antigüedad de la Grecia clásica nos señala que, no hay que limitarse a contar los hechos, sino que, analizar en profundidad las causas, describir el contexto histórico y cultural de quienes fueron sus protagonistas, generando con ello, los insumos necesarios para abrir el debate a fin de reflexionar y entender, obligando a quienes asumen este ejercicio, a tener un rol activo para el desarrollo de sus propios juicios y conocimientos.

El tratar de ocultar o evitar el debate sobre ciertos hechos, es un ejercicio que solo destruye al corto y mediano plazo, alcanzando resultados muy contrarios a los buscados. En la Franc-masonería, la armonía es considerada como una de las mayores virtudes, pero solo entendida como cualidad al vivenciarla desde la honestidad individual y colectiva. Uno siempre es lo que ha sido.

Por ello, la orientación del quehacer de la Franc-masonería, está dada, entre otros elementos, por su historia, la que, acompañada de sus principios y valores expresados en sus constituciones y ritos, son finalmente los antecedentes ciertos para enfrentar los desafíos que le impone el presente y futuro.

El filósofo norteamericano Richard Paul, uno de los promotores del pensamiento crítico de la década de los 80 nos señalaba “gran parte de nuestro pensar, por sí solo, es distorsionado, arbitrario, prejuiciado, desinformado o parcializado. Sin embargo, la calidad de nuestra vida y de aquello que producimos, construimos o hacemos depende, justamente, de la calidad de nuestro pensamiento.”

Considerando lo anterior, podrá entonces ¿un alumno de 3° o 4° medio, con el ajuste propuesto para los ramos de las Ciencias Sociales contar con las herramientas básicas necesarias para analizar, comprender y luego verbalizar un hecho histórico, no solo restringido al lugar y la fecha en que este haya acontecido? ¿podrá un joven reflexionar desde el pensamiento crítico su entorno, su comunidad, profundizar con lógica y objetividad, cuestionar la calidad de la información y los distintos puntos de vista?

En este marco, y entendiendo que la Franc-masonería, además de ser una escuela de pensamiento, es una escuela de formación de ciudadanos, una escuela de la dignidad humana,  afirmamos que es de vital importancia que los ramos de Historia y las Ciencias Sociales sean obligatorios para nuestros jóvenes, que logren tener herramientas básicas en la comprensión de la realidad social, del país y el mundo, que alcancen el manejo de materias orientadas a ejercer de manera informada, reflexiva y con responsabilidad, su rol de ciudadanos.

Por: Rafael Reyes.

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