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Constancia es la firmeza y perseverancia en los objetivos que una persona

se propone en la vida. A través de esta virtud, podemos conseguir nuestras metas.

Nada se alcanza sin la constancia. Junto a este valor, existen otros que lo acompañan como el orden, la disciplina y el coraje.

Nuestra vida es como el lienzo de un artista. Una gran obra no es fruto de un entusiasmo pasajero, sino del esfuerzo continuo que desplegamos durante nuestra existencia.

Existen ejemplos para admirar en las grandes obras que se han producido en la literatura y que son fruto de la constancia, como “En busca del tiempo perdido” de Marcel Proust, que demoró 14 años en ser escrita o J.D. Salinger quien tardó 10 años en producir “El Guardián entre el centeno”.

La Constancia es una virtud que logra metas. Implica tener coraje para navegar en un mar de dificultades y, también, entre los hechos cotidianos que a veces contribuyen a desenfocarnos. El valor de la constancia está muy ligado a la fuerza de voluntad como esfuerzo para realizar el trabajo, sea en el ámbito laboral o como crecimiento interior.

Un antiguo proverbio chino señalaba que cuando una persona emprende un objetivo con constancia, es “como montar un tigre. Hay que seguir cabalgando o el tigre lo engulle”; este valor es un puente entre el deseo y la realización.

El Estoicismo, como Escuela filosófica, entregó enseñanzas sobre la constancia y la forma de afrontar los obstáculos en la vida; Marco Aurelio y Epicteto son dos exponentes reconocidos de esta Escuela que nos dice: “Demasiada gente cree que todo en la vida debe ser agradable”.