Noticias

En un tiempo en que el ser humano estuvo más conectado con la naturaleza,

los solsticios señalaban el momento en que el sol dejaba de alejarse, renovándose la esperanza, la tierra y brotaba nuevamente la vida.

El solsticio de invierno significa esperanza cuando la oscuridad es más profunda.

En los orígenes de la humanidad los solsticios y equinoccios eran grandes celebraciones en que se rendía culto al viaje del sol a lo largo de las diferentes constelaciones y su transformación en las diferentes estaciones. Estos cuatro puntos simbolizan los hitos que marcan la vida en la naturaleza: Nacimiento, crecimiento, madurez y la muerte que conlleva la regeneración.

El solsticio tiene un gran simbolismo, la naturaleza enlutada venera la luz que es fuente de toda vida.

El ser humano es un pequeño sol que atraviesa las mismas transformaciones del astro en su vida. El invierno es un tiempo de recogimiento, de reflexión, de práctica espiritual y renacimiento.

Etimológicamente la palabra solsticio viene del latín “solis” “statio” es decir, sol detenido. El solsticio de invierno señala la llegada de la mitad ascendente del año, no es el triunfo de la oscuridad. Espiritualmente es un momento para analizar lo realizado, el inicio de nuevos desafíos. Se dice que es un período benéfico y favorable. En el cristianismo la fiesta de los dos San Juan, San Juan Bautista y San Juan Evangelista están relacionadas con los solsticios. Hahan en hebreo significa benevolencia, misericordia, alabanza. El San Juan de invierno, San Juan Bautista, nos trae la noche más larga y luego los días comenzarán a alargarse.

Se produce un cambio en la estación del año, esto ocurre cuando el eje de rotación de la tierra está inclinado en unos 23° 27 minutos respecto a la órbita terrestre alrededor del sol.