Hay testamentos que se transforman en una manera trascender más allá de la muerte.
En algunas ocasiones es una determinación que perdura en el tiempo. Así ocurrió con el legado de Alfred Nobel, químico e ingeniero sueco cuyo testamento, firmado en 1895, permitió formar la Fundación Nobel, el 29 de junio de 1900. El objetivo de esta entidad es destacar a quienes hayan hecho contribuciones notables a la sociedad.
Alfred Nobel nació en Estocolmo en 1833, trabajó en la fabricación de explosivos, realizó estudios orientados a una manipulación más segura de la nitroglicerina, precursora de otros explosivos militares. Al patentar todos sus inventos, entre ellos la dinamita, logró recaudar una enorme fortuna.
Nobel escribió varios testamentos en su vida, el último firmado el 27 de noviembre de 1895 determinaba que su fortuna debía ser empleada en la creación de una serie de premios para quienes llevasen a cabo “el mayor beneficio a la humanidad” en las áreas de física, química, fisiología o medicina, literatura y la paz. En total lo legado por Nobel fueron 31 millones de coronas suecas cantidad que aumentó considerablemente.
La Fundación Nobel tiene como funciones gestionar las finanzas y administrar los premios. De acuerdo a la voluntad de Alfred Nobel su principal tarea es la gestión de la fortuna que él legó. También la Fundación se ocupa de la promoción internacional de los premios.
Numerosas han sido las distinciones en diversas áreas. Entre las figuras más conocidas que han recibido el galardón se encuentran Marie Curie, Iván Pavlov, Albert Einstein, en ciencias. En literatura: Jean Paul Sartre, quien declinó a recibir el premio, Doris Lessing, Bob Dylan y como Premio Nobel de la Paz Martin Luther King y Nelson Mandela.
Durante los años de la segunda Guerra Mundial la Academia no entregó Premios Nobel de Literatura, una vez derrotado el régimen nazi, la poeta chilena Gabriela Mistral recibió en 1945 el galardón y, en 1971, le sería otorgado al vate Pablo Neruda.