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La Primera Toma de Terrenos en Chile

Reflexión Masónica sobre la Dignidad y la Justicia Social

I. El Hecho y su Contexto

El 30 de octubre de 1957 marcó un hito en la historia social de Chile. Ese día, cientos de familias, impulsadas por la necesidad y la esperanza, protagonizaron la primera toma de terrenos en la comuna de San Miguel, en Santiago. Los pobladores le llamaron La Victoria. Eran hombres, mujeres y niños que, sin vivienda ni apoyo estatal, decidieron ocupar un terreno baldío para levantar con sus propias manos un lugar donde vivir con dignidad.

Aquel gesto, surgido del dolor y la exclusión, fue también una declaración de humanidad. En medio de la desigualdad que caracterizaba al Chile de mediados del siglo XX, los pobladores de La Victoria se alzaron como símbolo de organización, esfuerzo y fraternidad, dando origen a una comunidad que transformó la carencia en esperanza.

II. Una Lección sobre la Dignidad Humana

Desde la mirada de la Gran Logia Mixta de Chile, este hecho trasciende lo político y se instala en el plano ético y humano. La masonería enseña que toda persona tiene derecho a una vida digna, a un techo, a educación y a justicia.

La toma de La Victoria fue un acto desesperado pero profundamente humano: un grito silencioso que recordaba a la sociedad que no hay progreso verdadero cuando una parte del pueblo vive en la marginación.

El gesto de aquellos pobladores expresa una verdad universal: que la dignidad no se pide, se ejerce. Y que el bien común se construye cuando los seres humanos, unidos por la necesidad o la convicción, trabajan colectivamente por su libertad.

III. El Chile que Nacía y la Tarea de la Conciencia

La década de 1950 fue una etapa de cambio. Chile comenzaba a urbanizarse aceleradamente, pero las brechas sociales se profundizaban. La fundación de La Victoria fue, por tanto, una respuesta al abandono, pero también una semilla de organización popular, educación cívica y solidaridad vecinal.

Desde los principios masónicos, este proceso puede verse como la expresión de una búsqueda de equilibrio: el intento del pueblo por armonizar la desigualdad material con el derecho moral a existir plenamente. La masonería reconoce en estos movimientos el eco de la lucha permanente por la justicia, que no se impone desde el poder, sino que se construye desde la conciencia.

IV. Reflexión para el Presente

A casi siete décadas de aquella gesta, las desigualdades que la originaron aún persisten bajo nuevas formas. El acceso a la vivienda, la concentración de la riqueza y la precariedad urbana siguen siendo desafíos que interpelan a toda sociedad.

Para la Gran Logia Mixta de Chile, este aniversario no es solo un recuerdo histórico, sino una oportunidad para reflexionar sobre nuestro compromiso con la equidad, la educación cívica y la solidaridad efectiva.

El masón y la masona, conscientes de su deber social, deben ver en La Victoria no una ocupación ilegal, sino una lección de humanidad y coraje, una expresión del eterno anhelo del ser humano por habitar con dignidad el mundo que comparte.

V. Conclusión

El 30 de octubre de 1957 nos recuerda que la historia de Chile también se ha construido con manos humildes, con sueños que desafiaron el abandono y la injusticia.
La Gran Logia Mixta de Chile honra esa memoria desde su propio quehacer, reafirmando que no hay verdadera libertad sin justicia, ni justicia sin compasión.

Porque cada piedra levantada en aquel terreno de La Victoria fue, en su esencia, un símbolo masónico: el esfuerzo por transformar la necesidad en esperanza, y la desesperanza en comunidad.

El Desastre Económico de 1929 y sus Repercusiones

en el Año Fundacional de la Gran Logia Mixta de Chile

El 29 de octubre de 1929, conocido como el Martes Negro, marcó el derrumbe de la Bolsa de Nueva York y el inicio de una crisis económica sin precedentes. Las consecuencias del colapso financiero se extendieron rápidamente por todo el planeta, arrastrando economías enteras, destruyendo empleos, y generando una profunda incertidumbre social y moral.
El esplendor material de la década anterior se desvaneció de un día para otro, dejando al descubierto la fragilidad de un sistema basado en la especulación, el lucro desmedido y la falta de equilibrio entre el bienestar económico y el bienestar humano.

Las Ondas del Colapso en América y Chile

En los años que siguieron al desastre bursátil, América Latina se vio golpeada por los efectos de la depresión mundial. Chile, dependiente entonces de la exportación de materias primas como el salitre y el cobre, sufrió una drástica caída de sus ingresos y un aumento alarmante del desempleo.
Las ciudades se llenaron de hombres y mujeres que buscaban trabajo, mientras los valores sociales parecían tambalear ante el hambre y la desesperanza. Sin embargo, fue también en ese tiempo de penurias cuando surgieron movimientos que buscaban reconstruir la esperanza desde la conciencia, la educación y la solidaridad.

Año de Fundaciones y Renacimientos

En medio de aquel panorama convulsionado, ese año se transformó en una etapa de renovación y búsqueda espiritual. En distintas partes del mundo, tras la oscuridad económica y moral, comenzaron a nacer instituciones y corrientes de pensamiento que aspiraban a restablecer el sentido humano y ético del progreso.

Ese mismo año, en Chile, un grupo de mujeres y hombres visionarios dieron vida a la Gran Logia Mixta de Chile, levantando los cimientos de una masonería incluyente, racional y humanista. Su creación no fue ajena al espíritu de la época: representó una respuesta luminosa a un mundo que había perdido el equilibrio entre la materia y el espíritu.

La Gran Logia Mixta nació, pues, en un tiempo marcado por la escasez, la desconfianza y la necesidad de reconstrucción. Y en esa coyuntura, su misión adquirió un sentido aún más profundo: afirmar los valores de la igualdad, la educación y la fraternidad como antídoto frente a la desesperanza.

Mientras los sistemas financieros buscaban recuperarse, los masones y masonas que dieron origen a la institución comprendieron que la verdadera reconstrucción debía ser moral y espiritual, antes que económica.

La Captura de la Goleta María Isabel

Un Hecho Histórico y una Lección Masónica

El 28 de octubre de 1827, las aguas del Pacífico Sur fueron escenario de un episodio significativo dentro del proceso de consolidación de la independencia de Chile: la captura de la goleta española María Isabel por el buque chileno Blanco Encalada. Este acontecimiento no fue solo un episodio naval, sino también una expresión del espíritu emancipador que impregnaba a los pueblos de América en su tránsito hacia la libertad y la soberanía.

Contexto histórico

A comienzos del siglo XIX, las naciones americanas se encontraban en plena lucha por emanciparse del dominio español. Chile, tras su independencia formal en 1818, aún debía enfrentar amenazas externas e internas que buscaban revertir el nuevo orden republicano.

El buque chileno Blanco Encalada, uno de los pilares de la naciente escuadra nacional, representaba no solo el poder militar, sino también el símbolo de una patria que defendía su derecho a existir como nación libre. La María Isabel, por su parte, era una goleta que había pertenecido a la armada española y que operaba en las costas del Pacífico con fines contrarios a la causa independentista.

La captura de este navío fue más que una victoria naval; fue una afirmación de la soberanía de Chile sobre sus mares y un paso más en la consolidación de su libertad. En aquel tiempo, cada acción de la joven república era una reafirmación de su identidad, de su propósito y de su derecho a gobernarse sin tutela extranjera.

Reflexión desde los principios masónicos

La Masonería enseña que la verdadera libertad no se conquista con las armas, sino con la razón y la virtud. Sin embargo, reconoce que hay momentos en la historia en que los pueblos deben levantarse contra la opresión para abrir el camino del progreso y de la luz.

El combate naval de 1827 puede leerse, simbólicamente, como un acto de iniciación colectiva: Chile, aún joven en su independencia, se probaba a sí mismo ante las adversidades del mundo, enfrentando el caos (el mar y la guerra) para encontrar el orden (la paz y la soberanía).

Así como el iniciado masón busca liberarse de las cadenas de la ignorancia, los pueblos de América buscaban liberarse de la servidumbre colonial. Ambos caminos —el individual y el colectivo— se entrelazan en una misma aspiración: alcanzar la libertad interior y exterior, guiados por la luz del conocimiento, la justicia y la fraternidad.

Desde la mirada masónica, este hecho histórico nos recuerda que la lucha por la libertad es constante y adopta muchas formas: la del marino que defiende su bandera, la del ciudadano que cultiva la virtud, y la del hombre o mujer que trabaja silenciosamente por el bien común.

La captura de la María Isabel no debe verse únicamente como una victoria militar, sino como un símbolo del espíritu de emancipación que animó a una generación de hombres libres. Al evocarlo hoy, los masones y los ciudadanos conscientes pueden encontrar una lección perenne:

La libertad no es un punto de llegada, sino un estado de conciencia que debe renovarse cada día mediante la razón, la fraternidad y el servicio desinteresado a la humanidad

Homenaje de la Gran Logia Mixta de Chile a Marta Brunet

una voz libre y luminosa de la literatura chilena

En un nuevo aniversario de su fallecimiento, la Gran Logia Mixta de Chile rinde homenaje a Marta Brunet, una de las figuras más relevantes de nuestras letras y un ejemplo de independencia intelectual, sensibilidad social y fuerza creativa. Nacida en Chillán en 1897 y fallecida en Montevideo en 1967, Brunet fue una mujer que desafió los moldes de su tiempo y abrió camino a nuevas generaciones de escritoras y pensadores.

Autora de obras como Montaña Adentro, Humo hacia el Sur y Aguas Abajo, Brunet supo retratar con profundidad y humanidad el mundo rural chileno, especialmente la vida de las mujeres, sus silencios, sus luchas y sus esperanzas. Su narrativa se nutrió de la observación crítica de la sociedad y de una mirada ética que coincidía con muchos de los valores que la masonería profesa: la libertad de pensamiento, la igualdad entre los seres humanos y la dignidad del trabajo.

Marta Brunet fue también pionera en ocupar espacios de creación y opinión tradicionalmente reservados a los hombres. Su voz fue firme, culta y solidaria, siempre al servicio del arte y de la verdad. En 1961 recibió el Premio Nacional de Literatura, reconocimiento merecido a una trayectoria que dejó una huella profunda en la cultura nacional.

La Gran Logia Mixta de Chile, que promueve la fraternidad, el laicismo y el desarrollo de las artes y las ciencias, ve en Marta Brunet un ejemplo de mujer libre y pensadora, cuyo talento y coraje representan la luz del conocimiento y la fuerza de la conciencia individual.

Hoy, al recordarla, rendimos tributo no solo a la escritora, sino también a la ciudadana comprometida con su tiempo, a la intelectual que transformó la palabra en instrumento de verdad y justicia. Su obra sigue inspirando a quienes creen que la cultura y el pensamiento son caminos esenciales para construir un país más humano, justo y fraternal.

La Gran Logia Mixta de Chile honra la memoria de Marta Brunet, eterna constructora de puentes entre la sensibilidad y la razón, entre el arte y la libertad.

 

 

El Viaducto del Malleco

símbolo de ingeniería, progreso y unión nacional

El Viaducto del Malleco, una de las joyas de la ingeniería chilena, fue inaugurado oficialmente en 1980 tras un importante proceso de restauración y modernización de su estructura original, construida a fines del siglo XIX. Situado en la comuna de Collipulli, Región de La Araucanía, este puente no solo representa un logro técnico de enorme envergadura, sino también un emblema del espíritu de superación y del esfuerzo colectivo que ha caracterizado a Chile a lo largo de su historia.

Su historia se remonta a 1890, cuando fue inaugurado por el presidente José Manuel Balmaceda. Con sus más de 100 metros de altura y 347 metros de longitud, fue durante años uno de los puentes ferroviarios más altos del mundo, marcando un antes y un después en la conectividad del país. La obra permitió unir el norte y el sur de Chile mediante el ferrocarril, transformándose en un hito de integración nacional. La reinauguración de 1980 reafirmó ese legado, garantizando su preservación y adaptándolo a las nuevas demandas del transporte ferroviario.

Desde la Gran Logia Mixta de Chile, se observa esta obra con un profundo sentido de gratitud y admiración. El Viaducto del Malleco encarna valores que la masonería mixta reconoce como esenciales: el trabajo bien hecho, la cooperación entre voluntades diversas, y la búsqueda del progreso colectivo por sobre los intereses individuales.

El esfuerzo de ingenieros, obreros y técnicos que dieron vida y continuidad a esta estructura monumental es reflejo de la armonía entre conocimiento, ciencia y servicio público, principios que la masonería promueve como pilares del desarrollo humano. La Gran Logia Mixta de Chile agradece y honra a quienes participaron en su construcción y preservación, reconociendo en el Viaducto del Malleco no solo una proeza técnica, sino también un símbolo de fraternidad y unión entre los pueblos y territorios del país.

Hoy, más de un siglo después de su creación y a más de cuatro décadas de su reinauguración, el Viaducto del Malleco sigue siendo un patrimonio de todos los chilenos, un testimonio del ingenio y la perseverancia que impulsan el progreso nacional. Que su imagen siga recordándonos que, cuando el trabajo humano se guía por la razón, la solidaridad y el compromiso, puede alcanzar alturas tan firmes y nobles como las de este puente que desafía el tiempo y la geografía.

 

 

La Gran Logia Mixta de Chile y el Legado Masónico de Bernardo O’Higgins

En el marco de la conmemoración del aniversario luctuoso de Bernardo O’Higgins Riquelme, la Gran Logia Mixta de Chile rinde homenaje al Padre de la Patria, cuyo ejemplo sigue iluminando el camino de quienes buscan construir una sociedad más justa, libre y fraterna.

O’Higgins, nacido en Chillán en 1778 y fallecido el 24 de octubre de 1842 en Lima, fue un líder visionario que consagró su vida a la independencia de Chile y a la consolidación de los principios republicanos. Su pensamiento progresista, su fe en la educación y su compromiso con la libertad reflejan los mismos ideales que inspiran a la masonería universal.

Diversas fuentes históricas señalan que Bernardo O’Higgins fue iniciado en la masonería durante su estadía en Inglaterra, en la Logia Lautaro, espacio donde compartió ideas con otros patriotas latinoamericanos como Francisco de Miranda y José de San Martín. A través de la masonería, O’Higgins encontró un ámbito donde pudo fortalecer su visión emancipadora y su convicción de que el conocimiento y la fraternidad son herramientas fundamentales para alcanzar la libertad de los pueblos.

La Gran Logia Mixta de Chile, que promueve la igualdad y la participación conjunta de hombres y mujeres en la senda masónica, reconoce en O’Higgins a un hermano ejemplar, comprometido con los más altos valores del humanismo y la justicia social. Su vida y obra son testimonio del espíritu de servicio y del ideal masónico de trabajar por el perfeccionamiento moral y espiritual de la humanidad.

En esta fecha de recuerdo y reflexión, los miembros de la Orden renuevan su compromiso con la construcción de una patria más solidaria, laica e inclusiva, reafirmando que los ideales de Libertad, Igualdad y Fraternidad, tan queridos por el Libertador, siguen siendo faros que guían el quehacer masónico en el Chile contemporáneo.

 

 

 

La Gran Logia Mixta de Chile y la creación de Megavisión en 1990    

El año 1990 marcó el inicio de una nueva etapa en la historia de Chile. Tras años de silencio y transición, el país comenzaba a reencontrarse con la democracia, la libertad de pensamiento y el debate plural. En ese contexto nació Megavisión, hoy conocido como Mega, como una de las primeras señales privadas de televisión chilena de la nueva era.

Su aparición representó más que la inauguración de un canal; simbolizó la apertura de nuevas voces y miradas en un Chile que comenzaba a reconstruir su identidad colectiva. La televisión, más allá de su carácter informativo o de entretención, se convirtió en un espacio donde la sociedad podía volver a mirarse, reconocerse y dialogar.

Desde la perspectiva de la Gran Logia Mixta de Chile, este acontecimiento invita a reflexionar sobre el valor masónico de la libertad de expresión y la búsqueda de la verdad. La Masonería, en su esencia, promueve el pensamiento libre, el discernimiento y el respeto por la diversidad de ideas. Por ello, cada avance que amplía los canales de comunicación entre las personas fortalece también el espíritu humanista y fraternal que anhelamos construir.

Megavisión, nacida en los albores de la democracia, fue parte de ese renacer del diálogo nacional. Hoy, más de tres décadas después, su creación nos recuerda que la comunicación libre y responsable es un pilar fundamental para el progreso moral y social de los pueblos, tal como lo enseña la filosofía masónica: iluminar el entendimiento y cultivar la tolerancia en medio de las diferencias.